Visitar la casa - Jardín de las hermanas Carmen y Caridad Miranda -
es como realizar un viaje imaginario al paraíso vegetal donde las
flores, plantas y aves encuentran refugio seguro en el corazón de dos
mujeres que han dedicado toda su vida al cuidado de un jardín botánico
excepcional que hoy por hoy es motivo de orgullo para los viñaleros.
Quienes
recorren este singular jardín disfrutan como nunca antes lo habían
hecho en sus vidas de la eterna primavera donde existen cientos de
plantas exóticas y autóctonas con valores ornamentales, medicinales,
alimenticios y hasta educativos, pues al concluir su visita entienden
con mayor claridad el significado de sentir amor por la vida y la
naturaleza que nos rodea.
Significativo,
además, es el criterio expresado por varios especialistas en la
materia acerca de los extraordinarios conocimientos que de forma
autodidacta adquirieron las hermanas Carmen y Caridad, quienes por demás
han sido capaces de trasmitírselos de una forma u otra a todos los
que visitan la casa – jardín, siendo este detalle precisamente uno de
los principales aportes brindados por estas dos humildes mujeres para conocer a Viñales y su mundo vegetal.
Dos
jóvenes muchachas (Yuneyka y Kirenia) y otros vecinos se encargan de
atender junto a las dos hermanas el creciente número de personas
interesadas en recorrer el jardín, visita que tiene un tiempo de
duración aproximado entre 60 y 90 minutos pues muchas veces depende
del propio nivel de conocimientos o del interés mostrado por el grupo
que realiza la visita.
Al
concluir ese recorrido los visitantes tienen la posibilidad de
conversar con ambas hermanas, mientras se les ofrece la posibilidad de
probar algunas de la frutas obtenidas del propio jardín y si lo desean
también pueden expresar sus criterios en el libro que tienen
habilitado desde el año 99, pues con anterioridad algunos podían
autorizar para escribir en las paredes o simplemente dejaban notas
sueltas como esta que trascribimos a continuación.
"Remanso de paz y tranquilidad donde es grato detenerse y contemplar la obra de dos amantes de la Naturaleza.
Nunca
dejan de trabajar en este maravilloso jardín. Lugar de retiro y
admiración. De todo lo bello de nuestras tradiciones"
(38)
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En
la entrevista que le hiciéramos a Caridad para nuestro trabajo hicimos
solo dos preguntas, teniendo como base todos los artículos escritos
sobre el Jardín y las respuestas recibidas fueron:
"Nunca
me ha gustado que se diga solamente que es el Jardín de
Caridad, pues mi hermana también ha dedicado gran parte de su vida a
nuestro Jardín"
(39)
|
Reafirmando este
criterio al reconocer que la idea de colocar las frutas en la puerta
de entrada fue de Carmen, así como, la colección de cajetillas de
cigarro (tienen más de 300) y la iniciativa de conservar los libros de
visitantes, junto con los álbumes de fotos enviadas por los propios
turistas como muestra de agradecimientos por haberles permitido
visitar nuestra casa – jardín.
Al
respecto también se destaca una nota muy emotiva escrita en diciembre
de 1999 por un guía cubano que prefirió no poner su nombre porque
entonces dijo estar convencido de que estaba reflejando el sentir de
todos los demás guías de turismo que en determinados momentos habían
estado en la casa – jardín y entonces escribió lo siguiente:
"Nunca
te había comentado cuanto ha contribuido al conocimiento de nosotros
los guías acerca de la exuberante naturaleza que te circunda y que
tanto han trabajado por cuidar y preservar.
Algún día, algo avezado de la literatura escribirá acerca de ti y de tu jardín.
Alguien sembrará un árbol pensando en ti y algún niño comerá un fruto con sabor a tu insigne memoria".
Hablar
del jardín de las hermanas Carmen y Caridad en Viñales es motivo de
orgullo para los viñaleros y poder escribir se convierte entonces en un
verdadero reto para cualquier persona por tener una referencia muy
bien elaborada de la escritora Dora Alonso que en el año 1988 publicó
en la revista Revolución y Cultura un artículo titulado "Caridad"
donde se hace la mejor descripción que se conoce hasta la fecha de
este lugar, sin olvidar que anteriormente lo había tenido en cuenta
para su cuento titulado "El valle de la Pájara Pinta"; razón por la
cual les propongo reproducir textualmente algunos fragmentos de ese
artículo donde se destaca de forma singular el mundo interior de la
casa – jardín donde Carmen y Caridad siempre guardan una sonrisa para
quienes la visitan a cualquier hora del día.
Y
como muestra de agradecimientos y homenaje a Dora Alonso es que las
hermanas Carmen y Caridad expresaron su deseo de poder tener en su
jardín un busto de la escritora y autora del Valle de la Pájara Pinta,
de la entrañable y fiel amiga que siempre fue en vida y de la cubana
enamorada, como muy pocos, del Valle de Viñales, que fuera capaz
incluso de romper con las costumbres y tradiciones para pedir que al
morir sus restos fueran incinerados
y esparcidos por el Valle donde quiso vivir los últimos años de su
vida y que por tanto había escogido para descansar para la eternidad.
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